El fanal

Blog personal de Alfredo Márquez abierto a la discusión de asuntos relacionados con la educación (TIC, lectura de imágenes, diversidad, etc.), la justicia, los derechos sociales y la lucha contra la pobreza

domingo, septiembre 03, 2006

El crimen fue en Granada... hace 70 años

Lo que dicta la lógica es el haber recordado que el pasado 5 de junio se cumplieron 108 años de su nacimiento. Deberíamos escribir sobre su vasta obra poética o dramática, deberíamos aprender de las experiencias de una larga vida, como nos ha sucedido con Rafael Alberti o Francisco Ayala. Igualmente sería lógico recordar el nombre de Víznar como un paraje natural granadino o, a lo sumo, como lugar de algún tipo de especulación urbanística.

Pero como la historia no se guía por la lógica, sino por la contundencia de la realidad, de lo acontecido, nos corresponde no olvidar, como escribió el fiel republicano Antonio Machado, que "el crimen fue en Granada, ¡en su Granada!", el 18 de agosto de 1936, justo hace 70 años.

Una buena parte de la burguesía granadina de la época, "los putrefactos" como les llamabn los surrealistas, conservadora a ultranza, violentamente homofóbica, defensora de una castrante religiosidad y opuesta a cualquier avance político, social o cultural, concretaba su odio hacia Federico García Lorca (y lo extendían al conjunto de amigos: Melchor Fernández Almagro, Ángeles Ortiz, Andrés Segovia, Falla, Fernando de los Ríos, etc.) con el exabrupto de "el maricón de la pajarita".

Esas expresiones machistas y homofóbicas no eran localismos 'granaínos', sino expresiones genralizadas de la deriva que un sector de la pequeña burguesía española estaba tomando desde los años 20 y que culminó con el nacimiento de Falange y, posteriormente, con la rebelión de los militares contra el gobierno legítimo de la República y la consiguiente Guerra Civil.

Un ejemplo de ello fueron las reacciones conservadoras al estreno de Yerma. El 29 de diciembre de 1934 se produjo el mismo. Un grupo de falangistas, pretendiendo boicotearlo, recibió el comienzo de la obra con gritos de "tortillera" contra la primera actriz Margarita Xirgu, amiga de Azaña, y de "maricón" contra García Lorca. Vano intento, la obra tuvo un enorme éxito. Pero hay más aún. La revista fascista Gracia y Justicia escribió al respecto: "Se ha encontrado una cosa más feroz que la mordedura de la cobra... Se trata de las representaciones de Yerma, de García Lorca". Otros medios de información (¿) de la época, como Informaciones, propiedad de Juan March (el financiero del alzamiento), La Nación, bajo la tutela de Calvo Sotelo, el carlista-conservador El Siglo Futuro, o El Debate, diario católico portavoz de la CEDA, dedicaban a Lorca y a su obra apelativos del estilo siguiente: soez, inmoral, antiespañola, irreverente, odiosa, etc.

Años después, en una entrevista al periódico El Sol publicada el 10 de junio 1936, Lorca viene a responder contundentemente a estos posicionamientos nacional-católicos. "Yo soy español integral... Yo soy hermano de todos y execro al hombre que por una idea nacionalista abstracta por el solo hecho de que ama a su patria con una venda en los ojos... Canto a España y la siento hasta la médula; pero antes que esto soy hombre del mundo y hermano de todos". Ciertamente los García -Lorca eran miembros de la burguesía granadina: terratenientes, empresarios azucareros y con abundantes posesiones. Pero Federico García Rodríguez y Vicenta Lorca eran conocidos como "terratenientes buenos", que pagaban justamente a los colonos, trataban con respeto a los sirvientes, ayudaban a sus vecinos (hoy Fuente Vaquetros conserva una calle con el nombre del padre del poeta) y eran amigos de Falla, Juan Ramón, Fernando de los Ríos, etc. En suma, liberales, cultos (lo que era un mal ejemplo) y republicanos, ¡algo imperdonable!

García Lorca nunca pertenecíó a ningún partido político, a pesar de los intentos de Alberti y su compañera Mª Teresa León para que al menos suscribiera algún manifiesto de apoyo al PCE, pero los ejemplos de su amor a las gentes y las cosas del pueblo son múltiples: la firma de denuncia contra el dictador portugués Salazar, el titánico proyecto de difusión del teatro clásico con La Barraca o cuando, respondiendo a otra entrevista, dijo: "¡Yo nunca seré político. Soy revolucionario, porque no hay verdaderos poetas que no sean revolucionarios. Pero político, no lo seré nunca!". Como todo artista, Federico demostró su contribución a la renovación social, cultural, ideológica en suma, de la sociedad española a través de sus obras. Sus Romancero Gitano o Poema del Cante Jondo rezuman afecto por lo popular y los más débiles, así como ansias de justicia y libertad; su Poeta en Nueva York es un grito de denuncia del capitalismo, su deshumanización, su basamento de sudor, sangre y dólares; los magníficos dramas (Yerma, Bodas de Sangre y La casa de Bernarda Alba), amén de certeras iluminaciones sobre la terrible situación que soportaba la mujer española de la época, son denuncias de la opresión machista, del autoritarismo y de la falta de libertad hasta para elegir la persona a la que amar.

Los éxitos en Estados Unidos, en Cuba, en Argentina, en la URSS, en Europa lo hicieron aún más 'peligroso', más odiado por ese gran enemigo de la cultura que fue el fascismo. ¡Odiado él, el alma de todas las reuniones, el más querido por todos entre la multitud de escritores, pintores, músicos, escultores, científicos, cineastas, etc. del grupo del 27!

No fue mala suerte lo de Lorca. Volvió a SU Granada, con SU familia, el 14 de julio de 1936, a pesar de los consejos de los amigos, quizá por instinto de conservación o por necesidad de ser protegido. Y volvió a una Granada en la que se desataron el odio y la venganza, pero también el deseo de los golpistas de advertir a quienes pretendían defender la legitimidad republicana.

Lo que sí hizo el azar fue juntar en Granada, en los albores del alzamiento, al capitán Manuel Rojas Feigespán, responsable de la matanza de Casas Viejas en 1933, al exdiputado de la CEDA Ramón Ruiz Alonso (alias "el obrero amaestrado"), al terrateniente prototipo de señorito andaluz Juan Luis Trescastro, al gobernador civil José Valdés Guzmán, etc. Rojas dice buscar una radio clandestina con la que el poeta contacta con "los rusos": no encuentra ni la radio ni al poeta. Ruiz Alonso firmó la denuncia y lo acusa de "espía de los rusos", de "homosexual" y "porque había hecho más daño con la pluma que con las pistolas". Valdés fue el máximo responsable legal de su muerte, incluso mintió cuando un miembro de la familia Rosales había conseguido la orden de libertad firmada por el gobernador militar y lo envió a Víznar, cerca de Alfacar, al lugar conocido como Las Colonias. Allí, junto al maestro republicano Dióscoro Galindo y los banderilleros anrquistas granadinos Joaquín Arcollas y Francisco Galadí, pasó sus últimas horas. Lorca nunca dejó de tenerse como crsutiano: quiso confesarse, pero el cura ya se había ido.

En coche o camión fueron trasladados al Barranco de Víznar. Hoy sabemos que allí Federico García Lorca fue asesinado por Juan Luis Trescatro (llegó a jactarse de que le había pegado "dos tiros en el culo por maricón"), casado con una prima de Federico padre, junto a otros familiares, los Roldán y los Alba. Su homosexualidad y la crudeza a la hora de retratar a la familia Alba en La casa de Bernarda Alba parecen que fueron el detonante. Pero la mezcla explosiva estaba conformada por el miedo a la cultura, a la justicia, a la libertad, a la igualdad y al progreso del fascismo y sus valedores (es decir, el sector dominante de la Iglesia de entonces y las oligarquías financiera y terrateniente).

[...] Se le vio caminar...
Labrad, amigos,
de piedra y sueño en el Alhambra,
un túmulo al poeta,
sobre una fuente donde llore el agua,
y eternamente diga:
el crimen fue en Granada, ¡en su Granada!

El crimen fue en Granada: a Federico García Lorca
Antonio Machado, 17 de octubre de 1936;
editado en "Ayuda. Semanario de la Solidaridad",
Órgano de Socoro Rojo Internacional